Pocas esperanzas tenía de conseguir alguna pella de brócoli. Pero afortunadamente ha sido lo contrario. Ayer me encontré con media docena de plantas con una incipiente pella que en un par de días será lo suficiente grande para cortarla y llevarla al plato.
Fue una gran ilusión encontrarlas después de un largo y duro invierno en el que la huerta no ha estado para dar muchas alegrías.
Lo digo siempre: el sabor del brócoli cultivado en la huerta propia nada tiene que ver con el que se compra en tiendas y supermercados (que también está muy bueno, cierto).